Una pareja de cineastas recorre el mundo capturando imágenes de desconocidos. Su objetivo es deshacer el manto de obviedad que cubre la realidad. Pero ¿es posible filmar lo que se muestra sin esconderse?¿Es posible desnudar intimidades sin proyectar una mirada obscena ni condescendiente?
La reflexión sobre su proyecto artístico y vital colapsa ante una realidad oscilando entre obviedad e insensatez. Ninguna imagen consigue rasgar el velo de la obviedad. Sin embargo, los rostros y gestos cotidianos de la humanidad producen una profunda empatía.

Obviedad e insensatez son las dos caras de esta crisis de sentido que nos ha dejado sin palabras ni imágenes. Crisis de palabras. Crisis de imágenes.

Santiago López Petit

La vida es una palabra. El querer vivir es un grito.

Que actualmente no exista una definición de la vida, quiere decir que “hoy todo es vida y, a la vez, nada es vida"

Santiago López Petit

LA NOCHE INCANDESCENTE
Viaje al fondo del querer vivir

Santiago López Petit

Nuestra época es una época de rebajas en la que deseos, ansias y expectativas, son recortados para que se ajusten al tamaño de una caja de zapatos. Habitamos dentro del vientre de la bestia y somos nosotros mismos quienes la alimentamos. La confusión es enorme. La incredulidad hiriente se calma con obviedades encapsuladas dirigidas a cada cerebro en particular, y las teorías de la conspiración, por su parte, sirven para acrecentar el miedo y la sensación de impotencia. Habitamos en el corazón de lo insoluble. La realidad, que ya es plenamente capitalista, se ha hecho muy simple: la realidad es aquello que nos aplasta. Nos aplasta y con su sadismo, nos ahoga.
Mezcla de tautología y de fuga hacia delante, de orden absoluto y de puro cambio. ¡Esto es lo que hay! Imprevisible y arbitraria. Injusta y miserable. Su descomposición genera una pandemia tras otra, pero la Vida sigue impasible organizando el mundo. Digo la Vida con mayúscula, el poder, es decir la Vida como ese algoritmo frío y déspota que nos humilla y que, diariamente, nos pasa lista para evaluar nuestro grado de compromiso. Aprobado: puedes seguir siendo un terminal. Suspendido: serás desconectado. La Vida ocupa el lugardel mercado en la organización de la sociedad. Con la expresión «la mano invisible» del mercado Adam Smith intentaba explicar cómo un individuo, a pesar de perseguir su propiobeneficio, terminaba favoreciendo al conjunto de la sociedad.
Ahora esa «mano invisible» es la Vida. La Vida es la mano que ordena, jerarquiza, y expulsa de la vida. El control se ejerce bajo la forma de un puro mando. Es imposible distinguir si trabajamos, si obedecemos, o bien si vivimos. Ahora sabemos que nuestro día a día consistía en prepararnos para el confinamiento total que finalmente hemos conocido.
Vivir es actuar en el espectáculo de la Vida. Trabajamos y morimos por ella. El espacio de los posibles atempera el funcionamiento de esta realidad autorreferencial y sin afuera. La«libre elección» es la mentira existencial que hace soportable vivir dentro del vientre de la bestia. Permite engañarnos sin mucho esfuerzo. Yo, libremente escojo lo que deseo. Incluso puedo escogerme a mí mismo. La «libre elección» constituye la mediación entre el miedo y la esperanza, el fundamento desfundamentado puesto por el capital en el interior de cada cual, de la misma manera que Dios pone el alma en el cuerpo humano. Acoger este don requiere prepararse y asumir la idea de competitividad hasta sus últimas consecuencias: nihilizar la propia vida; descreer y tener un comportamiento cínico; y, finalmente, estar dispuesto a poblar el vacío con mercancías. En definitiva, somos los súbditos de la Vida. Pero al algoritmo de la Vida se le escapa el ritmo de las vidas concretas que no renuncian a nada. Y las sombras vivas que ningún foco de luz logra apresar. Y las anomalías que no pueden ser calculadas. Y los encuentros azarosos de los que puede surgir una alianza de amigos. Una alianza de amigos como la que ha hecho posible esta película y la exposición que la acompaña. No sé exactamente cuándo conocí a Jo Sol. Yo estaba dando un curso sobre los situacionistas en la universidad, y creo que Jo Sol acudía como oyente pues estaba escribiendo un guion sobre Guy Debord. Supongo que hablaríamos mucho, y a pesar de que veníamos de mundos y experiencias vitales muy distintos, congeniamos. «Congeniar» significa aquí que nos avenimos enseguida. Nos avinimos muy pronto porque ambos mirábamos el mundo de una manera alegre, y a la vez, desesperada. Trabar amistad fue muy fácil. Al poco tiempo, conocí a su compañera Afra Rigamonti y con su colaboración cinematográfica, sin dinero, pero con la generosidad de muchísimas personas, especialmente de los compañeros y compañeras de «Dinero Gratis», se rodó la película El taxista ful. Jo Sol y Afra Rigamonti filmaron posteriormente otras películas inteligentes y provocadoras. Viajaron a muchos países lejanos. Allí subsistían con muy poco, pero nunca dejaron de filmar. Cuando regresaban a Barcelona, Jo Sol me contaba lo que yo solamente podía imaginar. Puestas de sol que apaciguaban el mar. Cuerpos luminosos agitados por el ritmo de la música. Espectros del horror y de la muerte. Soledades quese apoyaban contra la pared para sostenerse. Y, sobre todo, una generosidad tan inmensa que era capaz de acoger al extraño. Yo sentía, aunque pueda parecer absurdo, que había una complementariedad entre sus viajes y mis intentos de pensar la vida.